Yoga Sutras: PATANJALA YOGA PRADIPIKA de Yogacharya B.K.S. Iyengar - parte 1

SAMADHI PADA

arte de Manivelu


I.1 Con oraciones en busca de la bendición divina, ahora comienza una exposición sobre el sagrado arte del yoga.

A continuación sigue una detallada exposición de la disciplina del yoga, ofrecida paso a paso en el orden correcto, y con las directrices adecuadas para trabajar en uno mismo.

Patañjali es el primero que nos ofrece una codificación del yoga, su práctica y preceptos; y la urgencia de la nueva luz que vierte sobre un tema conocido y antiguo está subrayada por su utilización de la palabra “ahora”. Su reconsideración, basada en su propia experiencia, se adentra en terreno inexplorado, y nos deja en herencia una obra perdurable y monumental. En el contexto cultural de su tiempo, sus palabras deben haber resultado claras como el agua, aunque tampoco son confusas para la espiritualmente empobrecida mente moderna, si bien a menudo dan la impresión de estar casi impenetrablemente condensadas.

La palabra “ahora” también puede considerarse en el contexto de una progresión que parte de las obras anteriores de Patañjali, sus tratados sobre gramática y āyurveda. Lógicamente, debemos considerar que dichas obras anteceden a los Yoga Sūtras, ya que la gramática es un prerrequisito para el habla lúcida y la clara comprensión, y la medicina ayurvédica para la limpieza corporal y el equilibrio interior. Juntas, esas obras sirvieron como preparación para la consumada exposición del yoga de Patañjali: el cultivo y la trascendencia final de la consciencia, culminando en la liberación de los ciclos de renacimiento.

Estas obras son colectivamente conocidas como moksha śāstras (ciencias espirituales), tratados que trazan la evolución humana desde la esclavitud física y mental hasta la libertad final. El tratado sobre yoga fluye con naturalidad de la obra ayurvédica, y guía al aspirante (sādhaka) hacia un estado de consciencia adiestrado y equilibrado.

En este primer capítulo, Patañjali analiza los componentes de la consciencia, y sus pautas de comportamiento, y explica cómo sus fluctuaciones pueden calmarse a fin de alcanzar la absorción e integración interiores. En el segundo, revela todo el mecanismo conductor del yoga, mediante el cual se forja la conducta ética, el vigor y la salud corporal, y la vitalidad fisiológica en la estructura del progreso evolutivo humano hacia la libertad. En el tercer capítulo, Patañjali prepara la mente para alcanzar el alma. En el cuarto, muestra cómo la mente se disuelve en la consciencia, y ésta en el alma, y cómo el sādhaka bebe el néctar de la inmortalidad.

El Brahma Sūtra, un tratado que lidia con la filosofía Vedanta (el conocimiento de Brahman), también empieza con la palabra atha, o “ahora”: athāto Brahma jijñāsā. En ese caso, “ahora” implica el deseo de conocer a Brahman. Brahman es considerado como el objeto de estudio y es discutido y explorado como el objeto.

En los Yoga Sūtras, es el que ve o el verdadero Sí-mismo que hay que descubrir y conocer. El yoga es, pues, un arte, una ciencia y una filosofía subjetivos. “Yoga” tiene diversas connotaciones, como ya se mencionó al comienzo, pero aquí significa samādhi, el estado de existencia indivisible.

Así pues, este sūtra pudiera significar: «Las disciplinas de integración están aquí expuestas a través de la experiencia, y son ofrecidas a la humanidad para la exploración y el reconocimiento de esa parte oculta del ser humano que está más allá de la toma de conciencia de los sentidos».

I.2 El yoga es el cese de movimientos en la consciencia.

El yoga está definido como la restricción o inhibición de fluctuaciones en la consciencia. Es el arte de estudiar el comportamiento de la consciencia, que tiene tres funciones: cognición, conación o volición y movimiento. El yoga ofrece los medios para comprender el funcionamiento de la mente, y ayuda a serenar sus movimientos, conduciéndonos hacia un imperturbable estado de silencio que mora en la sede de la consciencia. El yoga es, pues, el arte y la ciencia de la disciplina mental a través de la que se cultiva y madura la mente.

Este sūtra vital contiene la definición de yoga: el control o restricción de los movimientos de la consciencia, acabando en su cese completo.

Citta es el vehículo que conduce a la mente (manas) hacia el alma (ātmā). El yoga es el cese de toda vibración en la sede de la consciencia. Resulta muy difícil comunicar el significado de la palabra citta porque es la forma más sutil de inteligencia cósmica (mahat). Mahat es el gran principio, la fuente del mundo material de la naturaleza (prakriti), opuesto al del alma, y es un vástago de la naturaleza. Según la filosofía Sāmkhya, la creación es efectuada mediante la combinación de prakriti con purusha, el alma cósmica. Esta concepción cosmológica también es aceptada por la filosofía yóguica. Los principios de purusha y prakriti son el origen de toda acción, volición y silencio.

Palabras como citta, buddhi y mahat suelen utilizarse indistintamente, y por ello el estudiante puede llegar a confundirse con facilidad. Una manera de estructurar nuestra comprensión es recordar que todo fenómeno que ha alcanzado su total evolución o individuación cuenta con una contrapartida sutil o cósmica. Así pues, traducimos buddhi como la inteligencia discernidora individual, y consideramos mahat como su contrapartida cósmica. De igual manera, a la consciencia individualizada, citta, le corresponde su forma sutil, cit. Para alcanzar la realización del Sí-mismo, la percepción más elevada de consciencia y la facultad más refinada de la inteligencia han de trabajar tan asociadas que no siempre resulta útil hilar demasiado fino separándolas.

El principio pensante o conciencia (antahkarana) vincula el principio inductor de la naturaleza (mahat) con la consciencia individual, que puede imaginarse como un fluido que envuelve al ego (ahamkāra), la inteligencia (buddhi) y la mente (manas). Este “fluido” tiende a nublarse y tornarse opaco debido a su contacto con el mundo externo a través de sus tres componentes. El objetivo del sādhaka es llevar la consciencia a un estado de pureza y transparencia. Es importante señalar que la consciencia no sólo vincula la naturaleza evolucionada o manifiesta con la naturaleza no evolucionada o sutil; también está muy cerca de la propia alma, que no pertenece a la naturaleza, al ser meramente
inmanente en ella.

Buddhi posee el conocimiento decisivo determinado por la acción y la experiencia perfectas. Manas recoge y recopila información a través de los cinco sentidos de percepción, jñānendriyas, y los cinco órganos de acción, karmendriyas. La inteligencia cósmica, el ego, la inteligencia individual, la mente, los cinco sentidos de percepción y los cinco órganos de acción son producto de los cinco elementos de la naturaleza –tierra, agua, fuego, aire y éter (pṛthvī, āp, tejas, vāyu y ākāśa)– con sus cualidades subatómicas de olor, sabor, forma o visión, tacto y sonido (gandha, rasa, rūpa, sparsha y śabda).

A fin de ayudar al género humano a comprenderse a sí mismo, los sabios analizaron a los seres humanos como compuestos de cinco envolturas, o kośas:

Envoltura:                                    Elemento correspondiente:
anatómica (annamaya)                tierra
fisiológica (prānamaya)              agua
mental (manomaya)                     fuego
intelectual (vijñānamaya)            aire
beatífica ānandamaya)                éter

Las tres primeras envolturas se hallan en el campo de los elementos de la naturaleza. Se dice que la envoltura intelectual es la capa del alma individual (jīvātman), y que la envoltura beatífica es la del Alma universal (paramātman). En efecto, para alcanzar la emancipación hay que atravesar las cinco envolturas. El contenido más recóndito de las envolturas, más allá incluso del cuerpo beatífico, es purusha, el indivisible, el Uno inmanifiesto, el “vacío que está lleno”. Eso se experimenta en nirbīja samādhi, mientras que sabīja samādhi se experimenta en el nivel del cuerpo beatífico.

Si consideramos a ahamkāra (ego) como uno de los extremos de un hilo, entonces antarātma (Sí-mismo Universal) es el otro. Antahkaraṇa (conciencia) es el unificador de ambos.

La práctica del yoga integra a una persona a través del periplo recorrido por la inteligencia y la consciencia, yendo de lo externo a lo interno. La unifica desde la inteligencia de la piel a la inteligencia del sí-mismo, de manera que su sí-mismo se funda con el Sí-mismo cósmico. Es la fusión de la mitad del ser (prakriti) con la otra (purusha). A través del yoga, el practicante aprende a observar y pensar, y a aumentar su esfuerzo hasta alcanzar el gozo eterno. Esto es sólo posible si todas las vibraciones del citta individual son detenidas antes de emerger.

El yoga, la restricción del pensamiento fluctuante, conduce a un estado sáttvico. Pero a fin de detener las fluctuaciones, se necesita fuerza de voluntad; de ahí que se requiera un cierto grado de rajas. La restricción de los movimientos del pensamiento produce serenidad, que a su vez conduce a un silencio profundo y consciente. Ésa es la naturaleza sáttvica de citta.

La serenidad es concentración (dhāraṇā), y el silencio es meditación (dhyāna). La concentración necesita un enfoque o una forma, y eso es ahamkāra, el pequeño sí-mismo individual. Cuando la concentración deviene meditación, ese sí-mismo pierde su identidad y se hace uno con el gran Sí-mismo. Al igual que las dos caras de una moneda, ahamkāra y ātmā son los dos polos
opuestos en el ser humano.

El sādhaka se ve influido por el sí-mismo, por un lado, y por los objetos percibidos, por otro. Cuando se queda absorto en el objeto, su mente fluctúa. Eso es vritti. Debe aspirar a distinguir el sí-mismo de los objetos percibidos, de manera que no se enrede con ellos. Mediante el yoga debe intentar liberar su consciencia de las tentaciones de dichos objetos, y acercarla al que ve. Restringir las fluctuaciones de la mente es un proceso que conduce a un fin: samādhi. En principio, el yoga actúa como medio de restricción. Cuando el sādhaka ha alcanzado un estado de restricción total, la disciplina yóguica ha concluido y la cima se ha alcanzado: la consciencia permanece pura. Así pues, el yoga es tanto un medio como el fin.
(Véanse I.18; II.28).


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